La sección sindical del SOMA-FITAG-UGT en CHEMASTUR, denuncia que la dirección, con una total falta de previsión y organización de la producción, conduce, de manera premedita, a que los trabajadores sufran un nuevo ERTE.

La empresa inicia el cuarto ERTE en ocho años, con el único propósito de aumentar sus ganancias, cargar sobre los trabajadores los costes sobrevenidos, mientras ha estado sin acondicionar su capacidad organizativa y productiva.

La empresa Asturiana de Fertilizantes (CHEMASTUR), ha estado produciendo durante los últimos meses, con una total falta de previsión y organización, de manera que, en este momento conduce a los trabajadores a sufrir su cuarto ERTE en 8 años, en un momento en que sus ventas no han sufrido ningún tipo de caída, como argumentan, estando incluso en cifras de venta de un “año normal”.

A pesar de la pandemia a nivel mundial, en ningún momento la empresa adaptó su capacidad productiva a las demandas del mercado, lo que terminó por colapsar los almacenes, a pesar de las advertencias de los trabajadores, y de que son perfectamente conocedores que el producto, durante su almacenamiento sufre una degradación con el paso del tiempo y los agentes atmosféricos.

Llama la atención de esta sección sindical, que la empresa no renovase el contrato de lavandería en el mes de abril, obligando a los trabajadores a lavarse su ropa en casa, incumpliendo la normativa en materia de prevención de riesgos laborales.  Este hecho, junto con el que la empresa haya programado la parada de sus instalaciones, haciéndola coincidir con la fecha final del periodo de consultas, da a entender que es un “ERTE programado”, que lo único que persigue es maquillar y compensar artificialmente el balance económico a costa de los trabajadores, habiendo llenado sus almacenes al máximo de capacidad para luego prescindir de su capital humano.

Las asambleas que la sección sindical del SOMA-FITAG-UGT ha hecho para informar a los trabajadores, han ratificado la total negativa a este ERTE.

Hay un hartazgo y un cansancio a ser utilizados, de que les exijan el máximo sacrificio para producir por encima de lo esperado; y que posteriormente, sean los propios trabajadores quienes asuman las consecuencias de la pandemia, los efectos de la falta de previsión y capacidad organizativa y productiva; y que además sean ellos los que carguen sobre sus espaldas los costes sobrevenidos.